martes, 1 de octubre de 2024

El introyecto como limitante en la experiencia emocional del hombre

 

Por lo general tenemos la creencia de que los hombres somos fríos, que no tenemos emociones, que no sentimos; de que esta “bien” que un hombre no sienta o no exprese sus emociones. Esta información de alguna manera es cierta ya que el ambiente nos ha ayudado a normalizar esta creencia. Sin embargo, todas las personas somos capaces de tener emociones, de tener sentimientos, de sentir.

Entonces, si los hombres realmente sentimos, ¿Cómo le hacemos para que crean que no sentimos? ¿Qué pasa para que esta creencia se normalice?

En la psicoterapia Gestalt existe un concepto que se llama introyecto, este concepto se utiliza para nombrar un bloqueo en la experiencia del ser humano. Es decir, la existencia de un introyecto puede hacer que la experiencia no alcance la totalidad de su potencial. Por ejemplo, si yo tengo la creencia de que no se DEBE hacer ruido al respirar puede que bloquee mi experiencia y evite alcanzar el disfrute total de mi respiración ya que tal vez evite reconocer las sensaciones de respirar profundo y exhalar por la boca porque eso puede hacer ruido. Ahora, si esta conducta se normaliza es cuando se convierte en un introyecto. Entonces voy a seguir haciéndolo de forma automática, voy a generar la creencia de que TIENE que ser así, de que esta es la forma correcta de respirar.

Los introyectos son la base de la educación y del crecimiento puesto que a través de estos fue como aprendimos a relacionarnos con el entorno. Cuando éramos bebés dependíamos de los alimentos que nos daban nuestros cuidadores primarios y en nuestra niñez aprendimos a relacionarnos a través de las reglas y directrices que nos eran dadas por nuestras figuras de apego; esto nos ayudaba a incorporar conductas que nos permitieran ser parte del ambiente.

Para ejemplificar lo que es un introyecto me gustaría utilizar la analogía de comer. Cuando nos dan una uva y la masticamos, reconocemos el sabor; en caso contrario, si no la masticamos y solo la tragamos, no nos damos cuenta de si nos gusta o no, no nos es significativa la experiencia de comer uvas. La primera parte del ejemplo se puede decir que es la parte saludable del introyecto, ya que logramos asimilar la experiencia, la segunda parte del ejemplo es la parte no tan saludable del introyecto porque no reconocemos la totalidad de lo que está pasando y no lo interiorizamos.

“Un introyecto implica la incorporación de actitudes, ideas o creencias que no fueron asimiladas por el organismo”. (Salama, 2008).

Si hablamos de normas o reglas que no cuestionamos en el sentido de preguntarnos su utilidad para nuestra experiencia y solamente las adaptamos sin asimilarlas estamos generando un introyecto. Estamos tragando sin masticar.

Esto suele pasar muy frecuentemente con las emociones, no aprendemos a manejarlas de forma funcional. Aprendemos a reprimirlas. Un introyecto común relacionado a las emociones es que expresar las emociones es de gente débil, si yo expreso mis emociones me pone en una situación de vulnerabilidad en mi entorno. Otro introyecto es que un hombre debe ser fuerte. Combinamos estos dos introyectos en una conducta y nos da la siguiente creencia:

Un hombre no debe expresar sus emociones

Eso como un introyecto general. Es importante mencionar que la cultura, la sociedad, el entorno contribuyen a que el hombre tenga esta creencia ya que como aludí anteriormente, un hombre que expresa sus emociones se ve como poco elegible, dejemos de lado el hecho de que esto pueda (no siempre) ser relacionado con su orientación sexual, al hablar de mujeres heterosexuales que eligen estar en relación con un hombre y se dan cuenta que el hombre que eligieron es sensible, sale su introyecto y comienzan a verlo como no elegible.

Al hablar de situaciones sociales, podemos encontrar al introyecto presente cuando estamos en contacto con nuestros amigos. Hemos adoptado una conducta que nos sirve para ver la expresión de las emociones como algo no aceptable, si en un momento un amigo abraza a otro y le dice que lo quiere (asumiendo que no hay alcohol de por medio) no puede faltar el comentario “oh, hazte para allá” “ya vas a empezar de joto”. Esta última frase es políticamente incorrecta, no fluye con nuestra realidad actual, sin embargo, es importante reconocer que este introyecto está instalado en nuestra forma de comportarnos. Algo que se puede mencionar del introyecto es que se trata de adoptar una forma de conducta sin que esta fluya con nuestro yo.

Hace tiempo escuche un podcast en el que se hablaba de este tema, sinceramente no lo escuche completo, solo que hay algo que me llamó la atención. En el podcast decían algo así como: “Todos tenemos un amigo con el que podemos ser más directos y queremos, bueno, apreciamos para que no se escuche muy emocional” me llamó la atención porque el tema era los hombres que no expresan emociones y si nos damos cuenta, en este comentario esta saliendo el introyecto del que hablaba, "Está mal que un hombre sea emocional".

Existen introyectos específicos para cada una de las emociones básicas, los cuales me gustaría abordar:

Miedo. “No te asustes, actúa como los hombres” “Debes ser valiente”

Afecto. No es necesario que se verbalicen los introyectos, también pueden aprenderse desde las conductas, como por ejemplo, cuando un hombre se aleja o rechaza el contacto de otro hombre o de cualquier otra persona.

Tristeza. El introyecto común: “Los niños no lloran” “Llorar es de niñas, tú eres niña?”

Enojo. De cierta manera el enojo es una emoción un poco más aceptable para el hombre ya que se puede relacionar con su fortaleza y valentía.

Alegría. La alegría es una emoción que yo creo que no se reprime tanto. Sin embargo, si existe el introyecto de no ser tan efusivo y no expresarla.

Es importante que reconozcamos las emociones como elementos con el potencial de enriquecer nuestra experiencia. Si nosotros reprimimos nuestras emociones estamos rechazando lo que cada una de estas puede aportar a nuestra supervivencia.

Por lo cual, el que los hombres nos demos la oportunidad de sentir y vivir nuestras emociones puede ser de gran importancia para que estemos presentes en nuestro momento y de esa manera podamos experienciar cada vivencia.